“La vecindad antigua entre el hombre y lo inefable
pedía, humildemente, tu existencia
para anunciar el espacio de tu tiempo,
para llenar los tiempos con tu espacio.”
Cristian Avecillas
pedía, humildemente, tu existencia
para anunciar el espacio de tu tiempo,
para llenar los tiempos con tu espacio.”
Cristian Avecillas
Habían pasado ya las diez de la mañana del último 14 de abril. Encabezaba yo a un grupo de personas que organizaban aquella histórica mesa redonda entre candidatos a Alcalde y Concejales. De pronto, suena mi celular. Es un mensaje. Darlinga, una de mis más aprovechadas estudiantes, me avisa que Catalina ha recibido el llamado del Señor… Ni siquiera supe cómo reaccionar… sólo seguí con el evento.
Yo, un simple mortal, no creo en la muerte más que como una gran despedida momentánea en este largo viaje infinito al que le llamamos vida. No creo que Jehová nos prive de pasar la eternidad con nuestros seres queridos. No lo creo porque es Nuestro Padre, Nuestro Amigo, el Gran Creador de todo lo que vemos e, incluso, lo que ni siquiera imaginamos.
Catalina nos hizo mejores personas, mejores compañeros, y siempre nos mostró que la vida no son sólo esas derrotas inevitables o esos triunfos académicos cotidianos o esa admiración que los profesores suelen generar en sus estudiantes. Catalina nos despertaba, siempre con alguna frase serena que calmaba los ánimos… Y con esa gran sonrisa no había cómo negarle la razón.
Los estudiantes, si pudieran elegir al profesor que quisieran les enseñe alguna materia, siempre la hubieran elegido. Le sobró empatía y sabía cómo interesar, en su clase, al más despistado de sus oyentes. Algunas veces tuve que consultarle cómo lograr eso.
Excelente Profesora. Excelente compañera. Excelente persona. Sus padres, profesores, amigos, deben estar muy orgullosos de ella, porque en sí misma sintetizaba tantas virtudes.
Alguna vez le comenté que docentes así han de ser necesarias en todas las universidades, que ojalá si la llamaran de otra institución no se vaya, que para que no se le ocurriera irse me encargaría de escribirle en el periódico una columna como esta…
Cuando nos toque a los demás, nos encontraremos del otro lado y seguiremos esta charla.
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