“Nos veremos en el cielo si te portas bien, ya, ya, …
si (les) crees que pusieron un hombre en la luna, …
si (le) crees que no hay nada bajo su manga,…
¡entonces nada está bien. ¿Estamos perdiendo la magia?!”
El reclamo o la participación de los ciudadanos en el desarrollo económico de cualquier ciudad suele molestar a los políticos, pues suelen tener sus propias perspectivas de cómo debiera ser esto. Sin embargo, no hay que callar, la participación de todos redunda en nuestro propio beneficio. Veamos…
Para analizar, partamos de los siguientes supuestos y que quede claro que no hay dedicatoria, es decir, si alguien cree que le calza el guante y se lo pone quedaría en offside, analícelo nomás:
Supuesto a) Deciden la vía (correcta o no) hacia el desarrollo económico de una ciudad los políticos.
Sup. b) Un político actúa con poder a nombre del pueblo.
Sup. c) Un político es elegido en simpatía, por la mayoría.
Sup. d) A un político le gustaría ser reelegido en el cargo.
Pues bien, Milton Friedman (Premio Nobel 1976) en “Free to choose” sostiene que cualquier individuo regala fácilmente aquello que no es suyo.
Así, considerando los supuestos, dicho político puede quitar a unos para regalar a otros y ser reelegido. Esto en economía es la (paradoja o la) “Falacia de Robin Hood”. Al final todos peor que antes.
Para detener este “robinhoodismo” surgió hace cientos de años espontáneamente la “participación ciudadana”, trasladando, sólo cuando la sociedad específicamente señale, ciertos beneficios a determinados grupos poblacionales que serán pagados por otros. Considero que este señalamiento debiera hacerse por consulta popular. Se tardara, pero fuera apriorísticamente menos doloroso para la sociedad.
He allí la importancia de que usted y sus vecinos consideren su real “participación ciudadana” en todos los temas del desarrollo de nuestra ciudad; caso contrario el político pudiera reducir el bienestar de todos nosotros.
Por consiguiente, no hay “participación ciudadana” cuando cualquier político, en cualquier ciudad, regala con nuestras contribuciones tributarias cosas a otros ciudadanos sin preguntárnoslo. Lucio Paredes (Dir. de Economía U. San Francisco de Quito) indica “cuanto menos poder tiene el gobierno para repartir prebendas y conceder privilegios, más saludable”.
La participación ciudadana se construye en conjunto, no sólo bajo las ideas de unos funcionarios públicos que no admiten quejas, sino sólo halagos y ruegos. No callar.
Dice Mill en su obra “On liberty”, que los ciudadanos debemos expresarnos aún si se creyere que nuestra idea estuviere errada, justamente para que quede evidenciada. Además, el político también es humano y errará. O, aún sin errar en la detección del problema social pudiera errar en la elección de la alternativa de solución… Y eso, sin mencionar su eventual presencia de inercia, vaguería, desconocimiento administrativo, etc.
Pagamos sus sueldos. Somos sus jefes. Tenemos derecho a dudar de ellos. No son Dios. Nos deben rendir cuentas. Participemos decididamente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario