“Gritó Emiliano Zapata ‘quiero tierra y libertad’,
y el gobierno se reía cuando lo iban a enterrar.” (Víctor Jara)
¿Alguien puede opinar que los Alcaldes de la década de los 90s eran mejores que los del 2000? No creo. Ni siquiera hay cómo hacer una comparación formal entre los de la una y la otra década. ¿Y, por qué los de ahora son mejores que los de antes? Sencillo: porque desde la última constitución (1998) los recursos llegan, directamente, a los municipios, aunque esto fue perfeccionado por el Presidente Gustavo Noboa.
La percepción de la gente es que los Alcaldes de ahora son cada vez mejores. ¿O no? Recuerde, señor lector, lo que se rumora cada vez que vivimos un año electoral: “si se relanza Jacobo, vuelve a ganar”, se decía; “si se lanza Coello, lo reeligen”, se dijo; “si participa, Paco, vuelve a ganar”, se dice ahora. ¿O no?
Lo que realmente está pasando es que ahora los Alcaldes tienen más fondos para hacer obras. Antes de 1998 el Alcalde debía enviar el proyecto a Quito, allá se lo aprobaban y le enviaban el dinero. Eso tardaba meses, pues había que ser amigo de los burócratas capitalinos y ellos reclamaban un pedazo del contrato. Hasta que llegaba el dinero al cantón ya, quizá, el pueblo había expulsado al Alcalde culpándolo del retraso de la obra.
Desde el año 2000 en adelante los Alcaldes han sido reelegidos, en una proporción importante, en todo el país… debido a la percepción de que “está haciendo bastante”.
No quiero decir, con esto, que los Alcaldes (desde el 2000 hasta ahora) no sean buenos administradores, entre ellos -lógicamente- habrá diferencias en eficiencia. Lo que sí quiero sugerir es que los Alcaldes de antes del 2000 ni siquiera tuvieron la posibilidad de demostrar cuán buenos pudieran ser al no contar con los recursos con los que cuentan los actuales.
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