“…¿Que los médicos se fueron?,...¿Que no tienen anestesia?,
…¿Que el alcohol se lo bebieron?,
… ¿Y que el hilo de coser fue bordado en un papel?” (J. Luis Guerra)
Hace más de un mes, por un accidente escolar, una pequeñita inquieta, pariente de éste columnista milagreño, tuvo que ser intervenida quirúrgicamente, previo a ello hubo que buscar una inyección de Tetanol por toda
En la clínica se hizo el pedido al padre de que salga a comprar una inyección de Tetanol (u otra parecida), algo básico e importante para evitar alguna complicación futura en la salud de la niña.
Sin embargo, en más de dos horas y media, y a la máxima velocidad permitida por el acelerador, recorrimos todas las farmacias y hospitales, públicos y privados, de la ciudad, buscando la inyección… y ¡PUM! nos chocamos contra la realidad: imposible encontrarla.
Fue algo inesperado, insospechado, increíble, insoportable, inexplicable, insufrible, el constatar que una ciudad de más de 200mil habitantes carecía de algo tan básico e insustituible para una operación. En todas las instituciones nos hicieron saber que desde hace mucho tiempo el sector público no les despachaba ésa medicina.
Al regresar a la clínica se informó al médico, de muy buena fama, ésta carencia citadina. Se le preguntó: ¿Fuera posible operarla sin antes inyectarla? En ése instante llegan los tests médicos sugeridos a una señora que, también, iba a ser intervenida quirúrgicamente en la clínica. Su operación se posterga porque su salud ha mejorado. Así que nos ofrece su inyección de Tetanol, que una semana atrás había comprado en Guayaquil. Por fin, un respiro de tranquilidad. Luego, la intervención quirúrgica en la niña se realizó.
Ahora bien, dónde el Gob. Central invierte en salud? Acá no, supongo. No se ve. Según el mismo Gob.Centr., acá hay sólo 61 médicos públicos por cada 10mil habitantes. Por eso cada año mueren, al menos, 30 niños, y sólo se le realiza control de salud al 31% de los niños milagreños.
Hace falta una buena dosis de descentralización. No hay que ser necio hasta que a uno le pase, porque (ojo) dinero no faltó (gracias a Dios), ni médico particular bien intencionado, pero ¿qué penurias pasarán las personas pobres que inevitablemente deben ser atendidos en el sector público?, ¿Cuán estresados estarán quienes administrando salud estatal ven a la gente, que les pide ayuda, morir? No es su culpa, lo sabemos.
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