La garza, por ser garza, aún en el fango no mancha su blancura.
“…levantando las copas se abrazaban,
con la ‘plata’ del pobre se pagaban,
y así vivían, así vivían.” (Piero.)
No hay que temer entrar a trabajar al sector público con honestidad. ¿Si vas con Dios, quién pudiera vencerte?
Existe un terror al respecto: a los jóvenes les dicen que no entren al sector público porque se ensuciarán, su nombre se va a manchar, pues aun si usted no roba, quizá al salir, igual le digan “ladrón”.
¡Epa! Ese es el riesgo, nunca falta un imbécil. Esto es, más o menos, como cuando el patio de su casa está sucio y usted va a limpiarlo: probablemente ensucie la parte baja de su pantalón, pero el patio quedará limpio.
Por otro lado, están los que critican todo, se haga algo bien o mal. A ellos hay que identificarlos e invalidar sus criterios, pues desde que nunca intentaron participar en la solución del problema renuncian a discutirlo.
Sabía usted que en el norte de Europa la costumbre es que sólo los mejores ciudadanos trabajen en el sector público. Para ellos es un honor, un orgullo. ¿Diremos acá lo mismo un día?
¿Cuántos de nuestros mejores estudiantes apuntan a trabajar en el sector público? Imagínese alguien con una hoja de vida pulcra entrando al sector público. ¿Puede? Quizá casi ninguno, por eso los espacios van quedando para los más pícaros, quienes llegan y empiezan a robar desaforadamente.
¿Qué tal si un día los mejores profesionales estuvieren en el sector público laborando? ¿Cuál sería el resultado? … ¡Sí, cierto, sería fenomenal!
Realmente, todos pueden ayudar, no necesariamente como políticos elegibles. Muchos como usted podrían ayudar desde una posición técnica. ¿Por qué privar al país de sus conocimientos?
Piense en esto: ¿Usted qué hace para que el país salga de la pobreza, de la corrupción, de la desidia? ¿Quiere hacer algo? ¡Inténtelo! Inténtelo sin temor. Si cree que saldrá mal parado así será, quien no espera vencer ya está vencido.
Inténtelo, usted es más que un fajo de papeles verdes. Si no lo hace llegará a viejo viendo cómo los mismos de siempre se gastan el dinero que los pobres pagan en impuestos.
Inténtelo y no se frustre, ¿Le podría ir mal? ¿Cómo? ¿No sabe de leyes? APRENDA.
¿Que le dirán “ladrón”? ¡Vaya! Usted ya sabe quien es, por qué temer a lo que digan los demás. Usted es el hombre que debe cambiar al país cambiando esa forma de pensar y ejerciéndola... Y éntrele, nomás, que los que están adentro no lo van a invitar.
Ah, cuántas veces escuché personas tristes, frustradas, sin esperanza. Nunca intentaron nada por temor a la derrota.
¿Y si le va mal? ¡Qué más da! Mínimo podrá decir que usted sí lo intentó con todas sus fuerzas. Y eso es bastante, yo no he escuchado a muchos decirlo.
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