lunes, 11 de agosto de 2008

Meritocracia Vs. Mediocracia

Publicado el 23 de abril de 2005.-

Mil, cien mil mediocres no harían lo que sí un meritorio.


“Lo único que se necesita para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada.” (Edmund Burke, 1729-1797)



La meritocracia es el gobierno de los meritorios (Eficientes y dignos), mientras que la mediocracia es el gobierno de los mediocres.

¿Sabía usted que en los países subdesarrollados la mayoría de personas son contratadas por compadrazgo? Luego la pregunta de por qué quiebran las empresas y el sector público es deficiente. Una revista económica internacional publicó hace algún tiempo una encuesta sobre las instituciones en las que se contrataba a “los amigos”, el resultado -en Ecuador- fue que 9 de cada 10 ecuatorianos son contratados por sus “amigos”. Es decir, en Ecuador impera la mediocracia, pues en el sector público también ocurre... Y nuestra ciudad no sería a excepción.

La práctica de la meritocracia, traducida en ascensos basados en los méritos del empleado, ayuda al desarrollo acelerado de los pueblos; en cambio, la mediocracia destruye incluso a la justicia y hace que las instituciones se hundan en el lodo.

¿Cómo actúa un mediócrata? Aquí una síntesis del importantísimo tratado El Hombre Mediocre, identifíquelos y téngales terror, pues destruyen las instituciones donde están: estos personajes entregan cargos públicos o privados (En empresas ajenas) a sus amigos aunque no cumplan con ningún requisito y sean completamente inaptos, pretenden ser el juez para así confundir al diamante con la bazofia, ni le importa si sus hijos se avergüenzan de su accionar, más bien trata de enseñarles a comportarse así.

Por el otro lado, el mediocre sabe que lo es. No hace ningún esfuerzo por superarse más que adular a aquel en quien ve cómoda su oportunidad para ascender. Es, por tanto, esclavo de mil amos, mentiroso contumaz, envidioso por definición, hipócrita de mil perfiles, temeroso del ridículo tácito, activista de la vulgaridad. Un sin vergüenza.

Hay que identificarlos, porque afectan a las instituciones y la economía (Local y nacional) depende de ellas. (En la ciencia económica hay toda una escuela que se dedica a estudiar el papel de las instituciones en el desarrollo de los pueblos: la Escuela Institucionalista). ¿Qué ocurre cuando la mediocridad se apodera de la empresa petrolera o telefónica, o eléctrica, o de agua “potable”, o de las instituciones educativas, o de los centros médicos, Etc.? Ahí está el resultado: el desarrollo económico resulta un fiasco.

Usted, señor lector, también se ha quejado de la mediocracia personificada en decisiones pre-pactadas, ascensos pre-establecidos, medidas pre-dirigidas. Por eso cuando tenga la oportunidad de decidir algo que afecte a los demás actúe por meritocracia, vaya por el bienestar de la sociedad. Ésta es su vida, señor lector, ésta es su decisión del destino, éste es su mejor regalo para su ciudad.

Por cada hombre de mérito hay decenas de sombras insignificantes. Mil, cien mil mediocres no harían lo que sí hace un meritorio sin que se lo pidan.

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