“Mientras más sabio el hombre, más sencillo. (Anónimo)
El escenario está listo. Los asientos, todos ocupados. Las luces se apagan. La gente se calla. Se abre el telón. El evento ha comenzado.
Don José Ramírez es quien está detrás de este y otros innumerables eventos culturales itinerantes que se han estado y se seguirán ofreciendo a la ciudadanía en nombre de la Universidad de Milagro. Lo hace con la maestría de pocos, pues no es fácil mantener motivado a un grupo de personas nada pequeño sin contar con el necesario recurso económico.
Y es que para iniciar una empresa de tamaña magnitud el Dr. Rómulo Minchala, Rector del Alma Máter milagreña, no pudo haber hecho mejor cosa que designar (Como Dir. Difusión Cultural) al prominente Lcdo. Don José Ramírez, mismo que siendo ya condecorado por varias instituciones aún continúa tan sencillo como antes. Todavía es fácil encontrarlo de mangas cortas almorzando en el bar de la UNEMI o dialogando con sus estudiantes. Luego, se retira en su bicicleta. Él mismo hace los contactos a nivel nacional e internacional para mantener en alto la imagen de su institución.
¿Cómo lo hace? Desde mi óptica, en la Jerarquía de Necesidades de Maslow, el Lcdo. Ramírez está muy cerca de la cúspide, pues luego de tanto tiempo en la docencia creo que realiza su labor no por dinero, sino para sentirse bien, para sentir que aporta cultura a la sociedad. Para mantener al grupo motivado supongo usa la técnica del Reconocimiento y, supongo otra vez, se apega bastante bien a la Teoría del Reforzamiento Positivo de Skinner, misma que se basa en el elogio al buen desempeño y el no castigo al desempeño negativo.
Por supuesto, cuenta con la colaboración de jóvenes profesionales de las artes, como lo son Carlina Garzón y Geovanny Prieto, dirigiendo los grupos de Danza y Teatro, respectivamente; y el Maestro César Quezada en la dirección del Coro.
Sin duda, una tertulia con su participación debe ser muy agradable a las neuronas.
Ahora usted, señor lector, ya conoce a uno de los más grandes difusores de nuestra cultura.
A la publicación de este escrito él se sorprenderá. Me corro el riesgo de su enojo por este atrevimiento. Sin embargo, es mi homenaje a su esfuerzo diario y a los arrestos de sus juglares.
Esta noche son las 22h30. El evento termina otra vez con éxito. Yo me retiro del lugar convencido que aún hay personas que apuestan por la cultura. Me voy cantando bajo la de Diego Torres:
“Saber que se puede, querer que se pueda, quitarse los miedos, ‘dejarlos’ afuera, pintarse la cara color esperanza, tentar al futuro con el corazón....”
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