lunes, 11 de agosto de 2008

Humor de ecoñomistas.

Publicado el 05 de febrero de 2005.

Siempre es saludable no tomarnos tan en serio y reírnos de nosotros mismos. Nos devuelve a la tierra.


“Para cada problema económico hay, cuando menos, 2 teorías, 3 economistas discutiendo, 4 puntos de vistas, 5 propuestas de solución y 0 medidas aplicables.” (Frase popular)


Ya que estamos empezando el mes de la amistad, ya que se piensa en un economista como alguien que quiere sacar el mayor provecho a cada centavo y en vista de que en una reunión escuché a alguien decir “…Eran todos economistas, o más bien oportunistas…”, frase que -obviamente- debió haber sido una broma, se me ocurrió ésta vez escribir algunos chistes que llegaron a mí, para ustedes, desde otros colegas en un afán de auto chacota profesional, sin ánimos de atentar contra el buen humor y sin querer igualar la difícil tarea de los verdaderos humoristas. Una cosa más: si nuestros chistes le parecen amargos no querrá escuchar los de los médicos, abogados o uniformados porque son atroces. Espero les gusten:

· El hijo pregunta al padre: “¿Papá, qué es economista?”… Y el aludido responde “Un tacaño profesional titulado”.

· El economista al ver a su hijo llorando le dice: “No llores ¡¿Qué gana$ con llorar?!”.

· Para salir de la crisis todos los economistas recomiendan CONSUMISMO: Con-su-mismo-traje, con-su-mismo-auto, con-su-mismo-sueldo…

· ¿Por qué los economistas no toman REDOXON? Porque es DeRoche.

· Un economista le dice a su hijo mientras pasan en avión sobre El Vaticano “… Y pensar que estos empezaron su negocio con un pesebre.”

· Está un economista frotando un billete de 50 dólares. El hijo le pregunta “¿Qué haces papi?”, a lo que responde “Gastando dinero, hijo.”

· ¿Qué hace un economista cuando tiene frío? Se acerca a una estufa. ¿Y si tiene mucho, pero mucho frío? … La enciende.

· Un economista agonizando, en su cama, pregunta a sus hijos “¿Están todos aquí?”, y ellos le responden “Sí”. Así que repregunta enojado “¿Entonces, quien está atendiendo el negocio?”.

· ¿Cómo se salva a un economista que se está ahogando en una bañera?... Se le quita el pie de encima.

· Ahhh!, y no hay que olvidarse de los economistas Almejas, esos que se entierran por su propia lengua.

¿Saben cuántos chistes de economistas hay en éste escrito? Sólo uno, el resto son ciertos.

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